Ese día terminé temprano mi labor en la redacción de El Norte y orgulloso, aunque algo nervioso, comuniqué al compañero de la sección de Policía -quien había sembrado en mí la inquietud para inscribirme como voluntario-, que estaba a punto de partir a la Central de Constitución para ponerme al servicio de la ciudad.
Nunca imaginé que desde ese mismo momento empezaría a acumular anécdotas y conocimientos sobre el ser humano.
Mi amigo reportero, quien por su trabajo en la nota roja conocía bien a los bomberos y alguna vez había viajado en el estribo trasero de alguno de sus camiones, muy solícito me dio, en pleno centro de la redacción, los que consideró dos consejos esenciales para un novel voluntario:
“Mira, Meme, pon mucha atención: cuando vayas a un incendio nunca lleves las piernas rígidas, pues necesitas flexionarlas para que te sirvan como amortiguadores y eviten que te vayas a caer del camión de bomberos”, fue su primer consejo, el que me pareció razonable e importante. Recordemos que en el siglo pasado los bomberos no viajaban dentro de la cabina de las unidades, sino generalmente en el estribo trasero, lo que era verdaderamente peligroso.
“Te voy a dar otro consejo muy importante: ¿qué hora es?”. De plano, no entendí la relación de la hora con mi debut como bombero voluntario.“Son las siete y media”, respondí aun ignorando el porqué de ese interés por la hora.
“Mmmm… espérate unos diez minutos, porque quienes están en el turno de hoy cenan a las ocho y si llegas a esa hora les va a dar pena no invitarte: ¡cenarás gratis!”.
Disimulé un rato mis ansias de partir hacia la Central, para evitar que pensara que había hecho caso omiso a su segundo consejo.
No recuerdo si cené gratis ese primer día y aunque conforme pasó el tiempo en más de una ocasión disfruté un delicioso bufet en alguna estación, compuesto por las viandas aportadas por las esposas de los elementos en turno, traté de entender que un verdadero voluntario va a una estación para dar, no para recibir.
No sé si lo hice, pero ojalá haya una próxima vida para volverlo a intentar.