Manuel Rivera S. (nombre abreviado) es un solo pecador formado por tres personas diferentes: un torero, un bombero y un escritor. Quienes lo conocen afirman que lo único cierto en esa descripción es lo relativo a su ser rebosante de culpa.
Con el nombre de “El Escribano” fue anunciado cuando a los 55 años paseó su miedo en una plaza de toros, pues se ganaba (y medio gana hoy) la vida como prostituto de las letras, oficio en el que ha producido cientos de discursos para funcionarios de los tres niveles de gobierno. Fue bombero voluntario durante dos décadas y desordenador de letras desde que inició su desastroso paso en la educación básica.
Gracias a la tolerancia de su padre, se tituló hace más de 40 años en el ITESM como licenciado en Ciencias de la Comunicación, tiempo desde el cual se desempeña en el campo de la comunicación social. Acumula cerca de una decena de diplomados en ciencias sociales y arte, y recientemente comenzó a cursar la licenciatura en psicología.
Desde los años 80 hasta la fecha, suma la publicación de miles de contenidos informativos y de opinión, así como la participación en 30 campañas políticas y la fundación de dos asociaciones civiles sin fines de lucro.
Tiene varias obras supuestamente literarias con distintos grados de avance, sin embargo, ni su soberbia ni desvergüenza han escalado lo suficiente para que se diga “escritor”, título distintivo de los humanos que más cerca están de ser dioses.
Espera, sí, que arribe el día en el que pueda servir de algo a la humanidad, y que nunca llegue aquel en el que pierda el amor de su esposa y perro.
